La primera
impresión que produce el español de México es que se trata de un habla
conservadora. En efecto, no son pocos los casos en que el habla de México ha
conservado modos antiguos de decir, sin dejarse influir por las innovaciones
realizadas en otras zonas de la comunidad lingüística hispana. El hecho de que
algunas voces o expresiones ya desaparecidas en el habla de España se sigan
oyendo en México es la razón por la cual se ha señalado el arcaísmo como
característica del español mexicano. Son arcaísmos respecto a España
expresiones como: se me hace (me parece), ¿qué tanto? (¿cuánto?), muy noche,
dizque, donde (usado como condicional en expresiones como: «Donde se lo digas,
te mato»). Los arcaísmos resultan más evidentes en el vocabulario. Palabras ya
olvidadas en España conservan vigencia en México: pararse (ponerse de pie),
prieto, liviano, demorarse, dilatarse, esculcar, luego, recibirse (graduarse),
etc.
En México no faltan rasgos de carácter rústico. Entre
ellos, tal vez el más importante sea el de convertir los hiatos (término con el
que se denomina la combinación de dos vocales que son elementos constituyentes
de sílabas contiguas y que no forman diptongo) en diptongos: pior (peor),
peliar (pelear), cuete (cohete), pasiar (pasear).
Llegado de
España y una vez arraigado en México, empezó a vivir una nueva vida y a
adquirir una personalidad propia. A partir del siglo XVI empezó su desarrollo,
alcanzando soluciones distintas a las obtenidas en España. Entre los cambios que
experimentó el español de México, se cuentan:
- desarrollo de las perífrasis del gerundio: «voy llegando» (acabo de
llegar), «voy acabando» (estoy a punto de acabar), «vamos haciendo una
cosa» (hagamos una cosa), «y un día, ¡que lo va viendo el profesor!»;
- uso del adverbio siempre en el sentido de definitivamente: «siempre
no voy a ir al cine»;
- uso de la preposición hasta, que no expresa el límite de la acción,
sino su inicio: «viene hasta las dos» (no viene hasta las dos), «hasta
ayer lo compré» (apenas ayer lo compré);
- abundancia de construcciones con el verbo andar: «se anda cambiando
de casa», «anda todo el día sentado, sin hacer nada»;
adverbialización de adjetivos: «venía muy rápido»,«huele feo», «me
cae gordo», etc.
México
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España
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Atún
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Atún, bonito
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Baño
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Baño, retrete
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Botana
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Tapas, pinchos
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Jugo
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Zumo
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Mesero
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Camarero
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Rasurar
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Afeitar
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Recámara, cuarto
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Habitación
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Refacción
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Repuesto
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Refrigerador
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Frigorífico, nevera
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Renta
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Alquiler
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Res
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Ternera
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Rin
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Llanta
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Salón
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Aula de clase
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Toronja
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Pomelo
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Influencia
náhuatl
En la
diferenciación del español de México influyó el sustrato indígena,
principalmente náhuati, sobre el que se depositó la lengua castellana. Sin
embargo, si bien en el léxico su influencia es innegable, apenas se deja sentir
en el terreno gramatical. En el vocabulario, además de los mexicanismos con los
que se ha enriquecido la lengua española, como tomate, hule, chocolate, coyote,
petaca, etcétera; el español de México cuenta con muchos nahuatlismos que le
confieren una personalidad léxica propia. Puede ocurrir que la voz náhuatl
coexista con la voz española, como en los casos de cuate y amigo, guajolote y
pavo, chamaco y niño, mecate y reata, etc. En otras ocasiones, la palabra
indígena difiere ligeramente de la española, como en los casos de huarache, que
es un tipo de sandalia; tlapalería, una variedad de ferretería, molcajete, un
mortero de piedra, etc. En otras ocasiones, la palabra náhuatl ha desplazado
completamente a la española. tecolote, atole, milpa, ejote, jacal, papalote,
etc. Son muchos los indigenismos que designan realidades mexicanas para las que
no existe una palabra castellana: mezquite, zapote, jícama, ixtle, cenzontle,
tuza, pozole, tamales, huacal, comal, huipil, metate, etc.
http://szamora.freeservers.com/espmex.htm
González Freire, José Manuel.
El uso
cotidiano de la lengua española en México (2005) Universidad de Colima.
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